¿Y si la verdadera vida cupiera en un par de Alforjas?
Bueno, en cinco.
Estoy explorando cómo llevar esta simplicidad consciente de la que hablo esta semana a más áreas de la vida, más allá del equipaje físico. Y estoy preparando una forma de compartir estos descubrimientos contigo. Si te interesa saber qué tesoros estoy desenterrando y quieres ser el primero en conocer la sorpresa, deja tu huella en los comentarios diciendo: salir de la caverna. Es la contraseña para los buscadores de la verdadera riqueza.
¿Cuánto necesitas realmente para vivir? No para sobrevivir, sino para vivir bien, con plenitud.
Mucho menos de lo que nos hacen creer.
Acumulamos posesiones sin experimentar la saciedad.
Vivimos en la cultura del más grande, más tiempo, más contenido, más metros cuadrados, mejores móviles….
Una carrera sin fin que, paradójicamente, a menudo nos deja más vacíos y ansiosos. Como dice Lao Tsé en el Tao Te King:
"No hay mayor desgracia que no saber contentarse con lo que se tiene. No hay mayor calamidad que el deseo de adquirir".
Cuando preparaba mi primer gran viaje, la pregunta era: ¿qué meto en las alforjas? Tenía que ser lo esencial, lo imprescindible. Cada gramo cuenta cuando lo vas a arrastrar tú mismo durante miles de kilómetros. Fue un ejercicio brutal de simplificación. Adiós a la ropa "por si acaso", a los libros que "quizás lea", a los cachivaches innecesarios. Descubrí que mi vida entera, lo materialmente esencial para mí, cabía en unas cuantas alforjas. Y ¿sabes qué? Fue liberador.
Esa simplicidad material, no es pobreza sino liberación. Liberación del peso físico, sí, pero sobre todo, liberación mental. Menos cosas de las que preocuparte, menos cosas que mantener, limpiar, asegurar. Más espacio para lo importante: la experiencia, las personas, el paisaje, el aprendizaje.